Necesitaba recargarme de energía positiva y que mejor sitio para hacerlo, que la playa de el Palmar.
Así que me levanté temprano y le pregunté a Petra si le apetecía venirse conmigo a ver el amanecer y me respondió con dos guaus muy seguidos acompañados de un movimiento de rabo.
Así que cogió su pelota dió un par de lametazos a sus cachorros mientras yo cogía mi cámara de fotos y nos fuimos a ver el amanecer, a jugar, a respirar ese olor a mar característico de el Atlántico, en definitiva a dejarnos envolver por su magia.
Aquí os dejo algunas fotos del día 29 de diciembre de 2011.
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